Plantearse cuestiones vocacionales en los difíciles tiempos laborales que corren parece, al menos, anacrónico. Sin embargo reviste especial importancia al momento de plantear un futuro laboral sin altibajos o con la seguridad de poder realizarnos como personas útiles para la sociedad en la que vivimos.
Hay gustos que nos damos únicamente como consumidores, pero para los cuales no tenemos mayores aptitudes o interés. Otros, son placeres personales y no conllevan sentido de entrega, vacacionar por ejemplo. Otras actividades nos agradan porque poseemos habilidades para desarrollarlas y nos hacen sentir bien, pero no generan mayor curiosidad en nosotros, por ejemplo la jardinería.
En definitiva podemos tener afición por muchas cosas y habilidades para otras tantas, pero la vocación es una conjunción de ambas. La vocación por una actividad es aquella que absorbe y hace que el resto quede en segundo plano. Es cierto que en los amplios mercados actuales muchas veces resulta bastante difícil optar por una actividad en particular y esto no debe ser motivo para frustarse, sino por el contrario, debe desatar un análisis minucioso de las ventajas y/o desventajas de elegir tal o cual profesión para encarar la vida. La vocación reune el “gusto” por la tarea, la habilidad ó “aptitud” para llevarla a cabo y el sentimiento de la necesidad de dicha actividad para los demás o para la vida, es decir, genera una sensación de “entrega”.
Cada quien decide su vida, si es fiel o no a su vocación, pero tarde o temprano la vida reclamará satisfacciones y es en la vocación donde se obtiene. También es posible que un parámetro para decidir una profesión sea la retribución económica que de ella podamos obtener, pero no debemos olvidar que un trabajo exige al menos 8 horas diarias, y si la vocación es lo suficientemente definida, llegará el momento en que ese trabajo, por muy rentable que sea, no nos completará como personas satisfechas con nuestra propia vida y se convertirá en una carga.
Es por eso que debemos apostar a los sueños, descubrir en qué dirección nos gustaría proyectarnos. Claro, que debemos ser concientes del tipo de sueño al que estaremos apostando nuestro futuro, pues muchos de ellos tendrán que ver con satisfacer necesidades, obtener placeres, buscar alivio, etc. Y estos anhelos, aunque válidos, no indican Vocación. Los sueños inconfundibles vinculados a la vocación son aquellos que nos producen energía, alegría y proyectos. Una receta infalible para identificar claramente nuestra vocación es ajustarse a la búsqueda de aquello que nos produce placer personal al realizar la tarea y que esa tarea tenga sentido de entrega.
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